La empresa municipal Aguas de Cádiz y el Ayuntamiento de Cádiz han iniciado una campaña de concienciación y educación ambiental sobre el uso inapropiado de toallitas higiénicas.
De la red de saneamiento de Cádiz se extraen al año unos 535.000 kilos de residuos sólidos de los que aproximadamente un 40%, es decir, unos 214.000 kilos, son toallitas que tiramos al inodoro, según estimaciones de la empresa municipal Aguas de Cádiz. A esto se le suman los 120.000 kilos de restos de tejidos de las toallitas que, a pesar de los esfuerzos realizados, llegan procedentes de Cádiz hasta la Estación Depuradora de Aguas Residuales de Cádiz y San Fernando.
Durante 2017, Aguas de Cádiz limpió un total de 24.700 metros lineales de red de saneamiento para limpiar los tapones provocados por la acumulación de residuos. Además, se han limpiado en dos ocasiones los 9.000 imbornales o sumideros que hay en la ciudad. De estas limpiezas se han extraído 692 metros cúbicos de lodos y restos de toallitas.
El coste económico y medioambiental que supone el uso, cada vez más extendido, de las toallitas higiénicas, es enorme. De hecho, desde la empresa municipal se ha lanzado una voz de alerta: si no dejamos de usar el inodoro como si fuera una papelera, por mucho que se invierta en obras civiles de saneamiento se hace difícil evitar los atascos en las tuberías y estaciones de bombeo con los consiguientes problemas de posibles inundaciones ante fuertes lluvias.
Bajo el lema: “Hay un Cádiz que no conoces y que alimentas. Las toallitas no se diluyen”, se pretende hacer ver a la población el peligro que supone hacer un mal uso del váter. La campaña de concienciación será difundida entre la población y formará parte también de un programa de divulgación medioambiental que está elaborando la empresa para llevar a centros educativos de la ciudad.
Arrojar las toallitas al inodoro se hace, probablemente, por desconocimiento de los problemas que causa y porque los propios fabricantes de toallitas no alertan –más bien al contrario- sobre el grave problema que genera el mal uso de un producto que forma enormes madejas en las alcantarillas imposibles de deshacer.
De hecho, en lo propios paquetes de las toallitas se “invita” al cliente a que las tire al retrete porque, dicen, son biodegradables. Luchar contra esta práctica es urgente porque este producto puede contener poliéster, madera, fibras textiles, algodón y componentes químicos que contienen aceites y grasas que impiden que se disuelvan en el corto espacio de tiempo que va desde que se tira al váter hasta que llega a red de saneamiento, recorre tuberías y pasan por estaciones de bombeo que envía las aguas fecales a la depuradora.
Y aunque sean biodegradables, es decir, que pueden ser degradadas por acción biológica, este proceso tarda años y no da tiempo a que se degraden con lo que los graves daños que causan son mucho más graves de lo que puede parecer.
Las enormes masas sólidas que atascan la red de alcantarillado deben ser retiradas, en muchas ocasiones, de manera manual por los operarios de Aguas de Cádiz, con el coste que ello supone en tiempo y recursos. De hecho, con las últimas lluvias y para evitar inundaciones en la zona de San Juan de Dios se limpió de toallitas la estación de bombeo de la plaza a pesar de que se había limpiado después del verano antes de la época de lluvias.
Operadores del servicio de agua y saneamiento piden soluciones al respecto y en muchas ciudades del mundo están alertando ya sobre un problema que no para de crecer.